Hace un año disfrutaba de un día de playa con mi familia y amistades. Un día que describo como perfecto: buen sol, aguas cristalinas, música y compañía maravillosa. Mientras pasaba el día, recibimos la noticia que comenzaría el toque de queda. Este virus que comenzó al otro lado del mundo llegó a nuestra Isla del Encanto. Pienso que, como yo, todos tienen el recuerdo de ese día. Pensábamos que con 2 a 3 semanas era suficiente; pero, llevamos un año, un año de transformación forzada. 

No hace falta más historia; cada uno tiene la suya. Desde “parties” y reuniones virtuales hasta el miedo de salir al supermercado; y lo peor: la pérdida de vidas. Cada cristal con el que miramos este año es distinto. Algunos crecieron; y otros, perdieron. ¿Qué nos queda? Mi corta respuesta es: NOS QUEDA VIDA. 

Todo proceso de transformación duele. Este no es la excepción. A un año, podemos mirar hacia atrás o comenzar a ver hacia el futuro con fe. Es decir, la certeza de lo que no podemos ver pero que sabemos que está ahí. Si lees esto es porque estás vivo. Tal vez faltan partes que no se ven a simple vista; sin embargo, tienes la oportunidad de reponer éstas con nuevas y mejoradas partes. 

En esta nueva vuelta al sol te invito a que emprendas, ames, perdones, te cuides, cuides a otros, cantes, bailes, consideres, ayudes, celebres, planifiques, estudies, ores, medites… En fin, te invito a que vivas.