Un Puerto Rico que no criminalice la marihuana

Freddwin Boodoosingh expone a través de una columna de opinión los beneficios de la marihuana recreacional.

Foto: Rick Proctor

El cannabis recreativo tiene un potencial mayor que otras industrias en: el desarrollo económico, potenciar la agricultura local y reducir la criminalidad en Puerto Rico. Durante tiempos recientes, la despenalización del cannabis se ha vuelto un tanto popular y controversial, particularmente, en Occidente. La sociedad puertorriqueña no ha estado exenta de las discusiones sobre la despenalización del cannabis.

De hecho, la legislatura de Puerto Rico aprobó la Ley Núm. 42 de 2017, mejor conocida como Ley MEDICINAL, pero la misma reafirmó la prohibición del cannabis recreativo. De tal modo, la Asamblea Legislativa obvió los claros beneficios de la industria en su capacidad recreacional. Primordialmente, para propulsar el desarrollo económico necesario para la nación dentro de su crisis fiscal. No obstante, durante la aprobación de estas leyes, hemos visto figuras políticas como el representante Manuel Natal Albelo, y candidatos como la licenciada Alexandra Lúgaro Aponte y el senador Juan Dalmau Ramírez, respaldar la despenalización del cannabis dentro de su usó recreacional.  

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Primeramente, el cannabis recreacional representa progreso económico, lo que resulta ser necesario durante tiempos actuales en la sociedad puertorriqueña. De hecho, los Estados Unidos, en ciertos estados, han experimentado un desarrollo económico sostenible en el mercado del cannabis, específicamente, en los estados que la han despenalizado por completo. Por ejemplo, durante el año 2019, el mercado del cannabis generó más de $12 billones, esto sin contar el crecimiento económico que se ha previsto mediante estudios. Por consiguiente, según reportes, el impacto del cannabis legalizado a nivel federal podría traer consigo alrededor de $105 billones en ingresos de impuestos federales, lo que representaría una ganancia no tan solo para el individuo, sino que también aumentaría los ingresos del gobierno.

Por consiguiente, la despenalización del cannabis reduciría la criminalidad y los arrestos por delitos relacionados al consumo y venta del mismo. Por ende, se podría reducir presupuestos de la policía enfocados en atender leyes en contra de la marihuana, lo que libraría al estado de incurrir en gastos relacionados al arresto, como lo son los pleitos legales. Igualmente, el mercado del cannabis aportaría a la reducción de la taza de desempleo, ya que generaría miles de empleos en distintas áreas, como la agricultura y la distribución, lo cual es vital para el desarrollo económico de nuestra isla.   

En segundo lugar, como se mencionó anteriormente, la agricultura de forma general en Puerto Rico tiene un potencial excelente, y de propulsar este sector, no habría necesidad de tantas importaciones. En el caso del cannabis, tiene un potencial excepcional en nuestra nación por su forma diversa de cultivos, ya sea en fincas gigantescas o pequeños invernaderos. También, se podría diversificar utilizando cáñamo, una variedad de plantas de cannabis, el cual es permitido bajo las leyes federales existentes, y establece la otorgación de incentivos para promover el sector agrícola. Por lo tanto, bajo proyectos de ley ofreciendo un aumento en cosechas de distintos tipos de cannabis, se podría incrementar las aportaciones del sector agrícola, ya que al incentivar la industria local, se podrían atraer inversionistas locales e internacionales. En conjunto con la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez, se han conducido proyectos para investigar los efectos del cáñamo en terrenos y otras cosechas, los mismos han contribuido al sector agrícola y han mostrado grandes beneficios para su cultivo. Aunque, dichos estudios han investigado el cannabis desde su uso medicinal, mientras, se ha mostrado un crecimiento mayor en la industria bajo su uso recreacional.

En tercer lugar, la despenalización del cannabis ha mostrado una reducción significativa en la comisión de delitos por su consumo, distribución y venta. Por ende, con su despenalización, el gobierno logra crear ahorros presupuestarios en las fuerzas coercitivas, como la Policía y Corrección, y permite inversión mayor en áreas que se enfocan en crímenes y delitos de mayor grado. A su vez, se concentra un menor número de personas arrestadas por delitos relacionados a la, coloquialmente conocida, como marihuana. Mientras, también logra una reducción en su venta ilegal, ya que cuando algún individuo desee adquirirla para su uso recreativo, lo podrá hacer de forma legal.

Cabe destacar, que desde un punto de vista étnico y demográfico, los arrestos relacionados al cannabis se realizan mayormente a personas de color, creándoles sentencias duraderas por un delito menos grave. Por lo tanto, en los Estados Unidos surgió la propuesta de la Ley MORE de 2019, la misma buscaba despenalizar el cannabis a nivel federal para así brindar justicia social y reducir arrestos por cuestiones de raza, los cuales constantemente son justificados por el cannabis.

Además, según la revista El Planteo: “Un informe de la Fundación Reason examinó las tasas de delincuencia en el estado de Washington, donde el número de presentaciones judiciales de bajo nivel relacionadas con la marihuana se redujo en un 98% en el año siguiente a la legalización. Se observaron hallazgos similares en Colorado, Oregon, Alaska y Washington D.C.”.

Por consiguiente, la despenalización del cannabis promueve justicia social y menos criminalidad relacionada al uso de la misma, incluso, como cité anteriormente, es efectivo ya en distintas jurisdicciones de los Estados Unidos. 

En conclusión, el cannabis en su capacidad recreacional contribuiría a todas las áreas antes mencionadas, de forma óptima. No tan solo eso, sino que promovería cambios sociales necesarios para formarnos como una sociedad progresiva, sin perder nuestra esencia cultural. Además, el cannabis cuenta con un sinnúmero de capacidades para desarrollar la economía, como la creación de textiles y productos de higiene, pero su uso recreacional representa un mayor ingreso en las economías. Aunque, cabe destacar que su uso en las industrias antes mencionadas podría potenciar un crecimiento aún mayor para la economía. La industria del cannabis tiene el gran potencial de reformar nuestra economía de forma más aceleradas que otras industrias, mientras, nos uniría a potencias más progresistas como Canadá y los Países Bajos. Por lo tanto, aparte de forjar nuestra economía en déficit, nos uniría a un mercado universal, donde nuestra isla tendría la capacidad de ser una metrópolis con el cannabis como su base.  

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