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El Foro de Puerto Rico

Monday, 16 de August de 2021 - 1:29 PM

El Guardián del Faro de la Isla de Cardona

Todos los días al entrar a mi oficina, una hermosa foto aérea de la Isla Cardona y su Faro me dan la bienvenida. La Isla Cardona es una isla de 8.71 acres localizada a sólo 1.30 millas náuticas del Puerto de Ponce y muy cerca del Ponce Yacht and Fishing Club o El Náutico como le decimos los ponceños. Entre 1887 y 1889 se construyó el Faro de Cardona a un costo de $11,760 pesos, y desde el 1889 la Isla de Cardona alberga su Faro que está inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos de Estados Unidos. Debido a su corta distancia del Náutico de Ponce, durante toda mi juventud y aún hoy, es bastante fácil velerear, llevar tu lancha, ir en Kayak o nadar para pasar un gran día de playa allí.

Quiero compartir una historia que mi abuelo, Tito Castro, nos hacia de cuando su padre, Arturo Castro, fue el Guardián del Faro de Cardona de 1903 a 1911. Eran siete en total, entre ellos dos hermanas y tres hermanos, Ana, mi bisabuela; toda la familia vivió en la isla de Cardona, pasando muchos años felices pero llenos de retos.  

El trabajo de guardián del faro ofrecía una casa gratuita y unos ingresos regulares pagados por el gobierno y entonces se consideraba una excelente oportunidad para formar una familia con relativa seguridad. Particularmente durante esa época, siendo mi bisabuelo un oficial del ejército español, eligió quedarse luego del cambio de mando de España hacia los Estados Unidos, no tenia muchísimas opciones de empleo, sin embargo, la vida allí estaba llena de dificultades. 

No es de extrañar que tanto mi bisabuelo, como mi bisabuela tuvieran dificultades al principio para adaptarse a vivir en un faro lejos de la normalidad de la vida. 

Mi abuelo nos contaba cómo era la vida en Cardona, siempre hacía hincapié en lo duro que era todo, y en la gran soledad que se sentía particularmente en las noches. Cualquier cosa que se necesitara, tenían que hacerla ellos mismos. Así que tenían que convertirse en marineros muy hábiles, en naturistas hábiles, en expertos en todos los quehaceres, además, de tener una fuerte dosis de aventura y algo de miedo.  

Las tareas diarias del farero incluían entonces la limpieza, reparación, pintura, construcción y, sobre todo, el mantenimiento de la luz y su encendido todas las noches. En unas condiciones de agua salada tan dura, las instalaciones y los equipos sufren mucho, y todo parecía estar en constante mantenimiento. Cuando le preguntamos más detalles sobre la vida allí, mi abuelo, con su habitual optimismo, me contó que Cardona les ofrecía las mejores vistas de Ponce; si subían al faro, las vistas en 360º eran encantadoras, podían ver las estrellas por la noche y disfrutar de la brisa del mar. 

Cuando tenían colegio, el barco era el autobús escolar que los llevaba a la escuela pública de Playa de Ponce.

Sin embargo, lo que más les gustaba de vivir allí era cuando no había colegio, iban a pescar, a menudo remando hasta la Isla de Caja de Muertos, un trayecto de 8.9 millas en cada sentido, nadar y bucear en busca de langostas era lo más importante.  También, buscaban a diario por toda la isla los objetos que llegaban a sus costas, y encontraban todo tipo de cosas emocionantes. 

Mi abuelo siempre fue un espíritu libre que en la vida se negó a seguir los caminos y las sendas existentes, prefirió siempre hacer sus propias brechas y caminos.  Por ello, disfrutaba y se sentía en su elemento natural, en el mar, con libertad absoluta de rumbo y movimiento.

Es ese el mismo espíritu que nos inculcó a todos nosotros, algo que nos distingue como familia. Según recuerdo, se aseguró de enseñar a todos sus nietos a nadar, a pescar, a navegar, y compartió con nosotros su pasión por el mar. 

El Faro de Cardona une la historia de mi familia, tanto la del pasado como la del presente. También ofrece una visión de un pasado no tan lejano en el que la vida era dura: si necesitabas cosas, tenías que construirlas, si querías pescado, tenías que ir a pescar y, lo más importante, tenías que conformarte con lo que tenías.

Recientemente, la Guardia Costanera comunicó que había revocado el certificado de ocupación, y el faro está condenado a ser destruido, luego de los terremotos, ya no es seguro visitarlo. 

El Faro de Cardona tuvo guardianes desde 1889 hasta que se cambió a la iluminación eléctrica, el 11 de abril de 1962 y en esa fecha, se selló la vivienda del faro para prevenir el vandalismo. Fueron muchas familias como la mía que criaron a sus hijos con vistas a las aguas de Ponce. 

Cada vez que paso por el Viejo Faro de Cardona, recuerdo las historias de mi abuelo sobre la vida allí, y me entristece ver el Faro de la Isla de Cardona destruido.

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