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El Foro de Puerto Rico

Monday, 21 de December de 2020 - 11:15 AM

La estadidad no es un modelo de desarrollo económico

El pasado 3 noviembre el partido nuevo progresista triunfo en su ideología partidista hacia la unión permanente, ese llamado hacia la igualdad logro obtener el 52% del voto en el sexto plebiscito de nuestra historia. Aun con el 48% de los votantes en contra y sin tener una solida mayoría, es el derecho y deber de los parlamentaristas solicitar una contestación sobre la petición “proestadidad”.

Sin embargo, esa ideología vendida con inflas de salvación, ha sido una falsa propaganda que el PNP utiliza para estribar su agenda política. El sabor atípico de esa conquista concluye, en que el PNP al no poder vender su plan de gobierno, presenta su carta de la estadidad ante todas las problemáticas que nos condenan. Aun garantizándoles resultados en cada elección, esa estrategia de mercadeo político a sembrado una perspectiva falsa en la conciencia de nuestros votantes. Pues los aspirantes a la unión permanente predican la estadidad como si fuera el “milagro económico” y no lo que realmente es, una consulta de estatus. 

La realidad política es, que la estadidad es un mecanismo utilizado por “la gran corporación” para organizar la federación. En temas fiscales y económicos la estadidad solo aplica unas reglas uniformes a sus cincuenta estados, no presenta ningún plan de desarrollo económico. 

Sin embargo, la estadidad aun brindando los nuevos fondos, representa en su contraparte una ida de $7,200 millones en contribuciones federales. Un aumento de $3,030 millones a los $4,170 millones que ya se pagan, informado así por el “Goverment Accountability Office” (GAO) en el 2014. Ese nuevo aumento de 72% en contribuciones será entonces pagado por los ciudadanos trabajadores y las corporaciones puertorriqueñas. Sin dejar de mencionar que el GAO también estima que Puerto Rico solo recibirá $5,200 millones anuales, haciendo que paguemos por encima a lo que recibimos.

Pues el fin de esta columna no es una critica hacia la ideología estadista, es una relevancia en que nuestra dificultad económica no puede descansar en una solución de estatus. La estatidad no acabara con la pobreza, no terminara con la injusticia social, y menos con nuestro germen de corrupción. No, ese lavado de mano y reconstrucción económica, solo vendrá por la voluntad del pueblo puertorriqueño. 

El glorificado suelo “Yankee” aun siendo un batallón económico, conoce la miseria, la indiferencia hacia beneficios de la salud, un país dominado por los pudientes, ahogado en odio racial, la estadidad en fin no te libera de estas desdichas. Hay estados exitosos y otros que han fracasado, pero su historia no fue orquestada por su estatus. 

Es por esto que la prioridad de la agenda de estatus político deberá tomar su prudencia y dejar espacio a propuestas reales de desarrollo. ¿Cuál será el próximo modelo económico de nuestra isla? ¿Volveremos a las manufacturas y farmacéuticas? ¿Nos convertiremos en el Singapur de las Américas, dominado así la industria de exportaciones e importaciones? ¿Aumentaremos nuestro producto bruto interno? ¿Podremos capitalizar nuestro potencial agrícola? ¿Lograremos ser el principal oasis turístico para los estados del norte durante el invierno?

Los potenciales económicos de nuestras islas ya los conocemos y los modelos a seguir se han planteado por décadas. Lo que falta es llevar una discusión al congreso en donde podamos solicitar herramientas para promover los modelos económicos que nos benefician. Lo que sería contra productivo es, hacer un pedido de dependencia disfrazado bajo el titulo de la igualdad, que solo se percibe como un grito de rescate luego de mala administración.

Si el deseo final de los puertorriqueños es la búsqueda de la estadidad, la democracia así lo permite y esa decisión tiene que ser respetada. Ese ejercicio reforzara nuestra democracia. En parte, la conciencia de los puertorriqueños estará menos confusa al tema de estatus, si conseguimos contestación de un ofrecimiento de estadidad o si nos rechazan el pedido.

Pues la mayoría estadista tiene que tener claro, que la decisión final de esa ambición está en manos norte americanas. Que ese pedido es un arma de doble filo, que pudiera resultar en ser negada la estadidad. ¿Entonces de ser así, dónde quedara su inclinación ideológica? 

Como bien dijo un famoso progresista “Esa es la Pregunta”.

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